miércoles, 12 de diciembre de 2007

...y sigo esperando.

Hola a mis tres lectores:
Pues se cumplieron los 120 días que debería tomar el trámite de los registros policiales en Canadá y la página del CIC seguía marcando "in process". Me preocupé porque si no recibian los dichosos papeles en ese tiempo, podía cancelarse mi trámite.
Le mandé un correo a la embajada y me dijeron que ya recibieron los papeles pero que mi caso sigue en revisión. Ya ha transcurrido un año y dos meses desde que recibí mi CSQ; mucho tiempo, pero parece que eso es normal.
¿Que he hecho mientras? Bueno realmente no mucho; ya he vendido mi casa y parte de los muebles. Lo que obtuve se fue al "fondo migratorio" en el banco.
Creo que debí haberme esperado hasta tener los papeles para venderla. Seguramente me hubieran dado un poco mas de pasta. Supongo que ese dinero será suficiente para sobrevivir mientras aprendo a "nadar".
He intentado meterme a clases de francés pero realmente no tengo tiempo, entro a las 9 salgo a las 9; trato de leer cosas en frances y chutarme las noticias en video de Radio Canadá (las de Quebec) de forma regular.
De mi trabajo pues pensé que podría resistir hasta tener los papelitos pero no pude. Tiré la toalla; mucha presión que ya me estaba afectando y pocos proyectos de mi interés. Prefiero ganar menos pero hacer cosas que disfrute hacer.
Afortunadamente conseguí un nuevo trabajo que promete estabilidad (mientras no corran a mi jefe) y buen sueldo, cosa que pone el proyecto nuevamente en la balanza.
Pero por ahora no quiero pensar en eso.

La reflexión de la reflexión.

El día de hoy leí un post de Guillermo Ziegler, donde hace una recuento sobre lo que ha dejado la experiencia (hasta hoy) de ser inmigrante. Me llamó la atención la interesante reflexión acerca de lados oscuros personales que quedan al descubierto cuando uno se pone en otro contexto social donde uno no es como todos sino mas bien es distinto a la mayoría.
Yo en lo personal siempre he me he considerado una persona introvertida y hasta cierto punto antisocial, lo que en varias ocasiones me ha impedido hacer cosas que hubiera querido hacer y que –creo- a la larga me ha cerrado puertas tanto laboral como socialmente.
Una de las primeras cosas que me hizo decidir iniciar mis trámites migratorios (que aun no concluyen y que lo contaré en otro post) fue que al moverme a otro ámbito social y laboral, me vería obligado irremediablemente a romper esas barreras que siempre me he puesto para poder salir adelante.
Aún a la fecha leo con muchísima frecuencia las dificultades de la gente que emigra para poder insertarse en un ámbito social muy distinto al suyo. Y ese es mi reto personal; es como aprender a nadar aventándose a la alberca sin salvavidas. Si bien existe la posibilidad de ahogarse –que en este caso sería fracasar y volver- es mas probable que uno saque el instinto de supervivencia y sobrevivir.
Muchas veces he tenido que someterme a situaciones de ese tipo para vencer mis miedos. Recuerdo que cuando estaba en la escuela secundaria siempre me ofrecía a hacer exposiciones frente a grupo, cuando el solo estar parado frente a mas de tres personas me daba pánico. Esto me ayudo a vencer el miedo escénico.
Quiero emigrar porque quiero aprender a relacionarme con desconocidos sin temor a saber que pensarán de mí; quiero emigrar para aprender a ser perseverante y no abandonar las cosas cuando no me salen como yo quiero; quiero emigrar para aprender a contener mi frustración y tener paciencia; quiero emigrar para no ser tan soberbio y aprender que puedo lograr mas cosas si acepto ayuda de los demás.
Mas que cualquier otra cosa, cuando pienso en Canadá mi mente está llena siempre de estos pensamientos, de cómo armarme de paciencia y motivarme para no tirar la toalla al primer round.
Puede sonar absurdo para algunos, pero a veces me refiero a mi estancia de seis meses en montreal como un parteaguas personal; terminé haciendo cosas que no pensé que podría hacer.
Asimismo habrá quienes digan --pero que pendejo éste-- no tienes que irte a canadá para superar tus traumas. Es cierto, pero digamos que --como dicen en el post de Guillermo-- estoy instalado en una zona de confort donde no me veo obligado a salir: un puñado de amigos, un trabajo estable sin muchos retos, etc. Necesito tirarme a la alberca sin salvavidas.